Aquí me enfrasqué silente en la teleología falaz de los acertijos seguros y faltos de concepciones absolutas. Porque en el quiasma del enigma por intentar reensamblar un devenir y una crucial esfera de sentido, las siluetas filosóficas me recrudecieron.
En el acertijo propio de una fuga infértil del presente la búsqueda incierta. Los acertijos de lugares poco fiables y el conocimiento falible de los viejos lugares comunes, las viejas fórmulas, los escuetos modelos superados. Estudio de disciplinas y formas que nutren y configuran modalidades del pensamiento y la construcción de disciplinas. Me encontré con los tiempos y las figuras. Estudiante al fin, siempre en la búsqueda.
Por las rendijas de atisbos certeros sin una disciplina segura ni certera los acertijos de hombres y formas, de pensamientos y autores. Pasé por Bacon como quien pasa por las oscuras figuras de otras modalidades y tiempos. Pero en sí todo fue una falsa conquista del siglo XVII.
En el despistado actuar de la indisciplina y la poca sistematicidad del tiempo y los autores, en una rendija que puede muy bien traducirse como un canon tradicionalista, conservador, un canon derechista, que no me cifra pero que sí me ha hecho evitar otras lecturas, más progresistas, me enfrasqué en Carlyle. Y fue encontrar pequeños hitos de personajes y tiempos, como retratos. Porque al final todo estribó en esa heroicidad no conquistada, no acertada, no consagrada. En el fondo fue también encontrarme con un problema no resuelto y una vida de lector poco garantizada, poco fiable, poco normal. Por vericuetos de obra y autores, por pasajes indistintos, por enseñanzas y pasadizos de personalidades, extravíos en el inmenso océano de lo escrito.
No responses yet