Buscar en los espacios de lectura tiempos y formas para abrir los problemas de investigación y escritura es una tarea compleja. En el abismo cierto de la proliferación de las tendencias, modas y paradigmas interpretativos, ubicar propuestas para identificar hitos y momentos de construcción intelectual es vital.
Cada tiempo, cada espacio, cada sujeto social, cuenta con propios problemas y con propias situaciones para el estudio. Si se quiere estudiar el siglo XVIII se debe empezar por saber qué pasó en ese siglo. A eso se le llama historiografía.
Y luego vienen los problemas ideológicos, disciplinares, conceptuales, que remiten a los hechos en su dimensión cultural.
Si la causalidad no opera finalmente en lo estudios sino que se ubica como rizoma oculto en las genealogías, lo cierto es que las consecuencias de actos, movimientos y subjetividades representan oportunidades para abrir los tópicos de estudio.
Uno intenta plasmar sus ideas y pensamientos en lo que puede ser el recorrido cierto de intenciones de búsqueda, para dar cuenta de lo que sí es válido en el escenario de las realidades. Pero en el significado propio de los instantes que devienen tiempo y lecturas, la condición existencial y realista pierde su toque cuando se enfrenta a las restricciones academicistas. En cambio, la realidad parcelada es un culmen de lo que puede fungir como instante para crear interpretaciones novedosas.
No responses yet