Una purga musical a la manera de Demócrito y la dinámica de los cuatro elementos, fue necesario que yo mismo creara y viviera una purga por cada elemento: fuego, aire, agua y tierra. No era necesaria una inflexión punitiva a la manera inquisitorial, sino más bien una purga consistente y sólida ¿de qué forma lograrlo? Con música.
Una purga musical, purga de recuerdos, purga de autores, purga de la memoria. Purga por fuego, primero.
Purga musical por agua, de personas, de experiencias, de vivencias.
Purga de bailes, de momentos, de silencios y ruidos, purga musical por aire.
Purga hasta la tierra, desde el cielo, purga musical que no hizo más que llenar los vacíos de un espíritu carcomido por la miseria, el dolor, la frustración y la tristeza.

El camino del dolor y la tristeza, del dolor del mutismo a la armonía musical, al momento de memoria y vida entre parajes sonoros. La purga que remite a una transformación personal, un cambio, una trascendencia. Tiempos de otras personas convertidos en inspiración, reflejo, constancia. Una vuelta al mundo de los sonidos, desprendimiento del caos vacuo y silente. Vida ahora con colores, con sentimientos, con referencias y presencias ciertas. No más callar, ahora cantar, ahora responder con ese fuego, esa agua, ese aire, desde el cielo hasta la tierra. Un recorrido, viaje por los inframundos hasta el ascenso psicopompo a la tierra y el ascenso de todos los dolores y las tristezas al cielo. Búsqueda del perdón, búsqueda del amor, búsqueda de la metamorfosis.




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