Rómulo Pardo Urías
Esta reseña fue presentada en la Experiencia Educativa Veracruz Contemporáneo impartida por el catedrático Alejandro Mariano Pérez.
2.6.1 Introducción
A continuación intentaré dar cuenta de una lectura documentada del trabajo de Bernardo García Díaz, considerando un análisis de su libro y apuntalando elementos explicativos, en la dimensión historiográfica, de la importancia y relevancia del texto sobre Santa Rosa. La dimensión que atañe al contexto de la escritura donde se inserta este trabajo, publicado originalmente en 1981, nos permitirá conocer un entramado más amplio en el cual encontraremos elementos explicativos de la renovación historiográfica centrada en Veracruz, entre 1981 y 1991, además de contar con argumentos comprensivos para dar cuenta de la profesionalización de la historia en el contexto veracruzano y, de paso, conocer el entramado de modas, tendencias y paradigmas historiográficos dominantes en la investigación histórica en la década donde logramos ubicar la publicación original del trabajo por analizar. En esa medida nuestro primer apunte se centrará en esta valoración contextual. Una vez realizada esta breve síntesis pasaré al análisis de la obra, considerando su estructura, los argumentos que desarrolla, el análisis del contenido y el aporte que representa en el contexto historiográfico veracruzano.
2.6.2 La profesionalización de la historia en Veracruz: una década de investigación 1981-1991
Considerando los comentarios de José González Sierra[1] y de Ricardo Corso Ramírez[2] es posible hacer una valoración de la producción historiográfica de Veracruz entre 1981 y 1991. En ese sentido queda claro, como comenta González, que la contextualización en el tiempo y en el espacio del Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad Veracruzana, actualmente Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, debe abarcar las influencias intelectuales que marcaron el desarrollo de este importante lugar de trabajo. Fue a inicios de la década de los setenta que arranca este proyecto, inserto en el macro proyecto nacional de fortalecer el área de investigación social y fomentar el crecimiento de las universidades de provincia. Los primeros enfoques investigativos del Centro fueron los de la historia colonial para transitar paulatinamente al estudio del siglo XX. De la mano de la corriente revisionista de la Revolución mexicana, y con los primeros productos publicados a partir de 1970, el Centro vivió años de influencia de economistas para indagar sobre el desarrollo económico mexicano. González menciona concretamente el caso de John Womack que “vinculó a algunos becarios e investigadores a su investigación sobre la historia social de los trabajadores veracruzanos”[3], con lo que proliferó el estudio de los grupos trabajadores desde la perspectiva de la historia social. En este marco, el enfoque de la historia político-militar de la Revolución Mexicana cobró gran auge.
Los estudios desarrollados en el Centro se centraron en la década de los veinte, considerando el análisis de la clases y grupos subalternos, donde los investigadores compartían el modelo del paradigma marxista, atendiendo a la centralidad de la clase trabajadora y su emancipación social como parte de un proyecto proletario. González apunta nítidamente que los enfoques de la nueva historiografía europea, con Hosbawn y Thompson, la historia de las mentalidades y de la vida cotidiana, fueron claves para el desarrollo del Centro. Además, fueron atendidos aspectos de migración y demografía, de cultura y religión.
La primera etapa del Centro se centró en estudios coloniales influenciados por El Colegio de México y la UNAM. Sin duda, el privilegio del uso de fuentes primarias condujo también al rescate de acervos archivísticos que dieron lugar a la creación del Archivo General del Estado de Veracruz. Así mismo, González menciona como importante el Departamento de Documentación donde es posible encontrar un registro fotográfico y una serie de ponencias, artículos y libros fotocopiados de difícil localización. Dentro de la historia del Centro en 1978 con la llegada a la dirección de la maestra Margarita Urías Hermosillo se consolidaron dos proyectos de actividades de investigación: el primero referente a la formación de la clase obrera industrial y sus organizaciones y la formación de las organizaciones campesinas. Esto dio paso a dos seminarios autónomos que posibilitaron la sistematización del trabajo ya realizado, dentro de un marco interpretativo amplio, el de la historia social. Fueron privilegiados aspectos de vida cotidiana y cultura, además de atenderse la organización y el conflicto proletario, el análisis del proceso del trabajo y de las determinaciones productivas. En 1980 llegaron nuevos aires el Centro, además de notarse un decaimiento de la moda académica obrerista en la investigación. Pero la organización de eventos y debates fue una parte crucial en el desarrollo del Centro y de sus ámbitos de acción académica.
Con este recuento nos es posible ahora pasar al comentario de Ricardo Corso para tener una idea mucho más cabal sobre el desarrollo historiográfico entre 1981 y 1991. Para el investigador del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana, el desarrollo historiográfico sobre Veracruz en esta década va de la mano con la profesionalización de la historia a partir del aporte de distintas instituciones académicas: El Colegio de México, la UNAM, la UAM, la UAP, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad de Guadalajara, el Departamento de Estudios Históricos del INAH, el CIESAS, la Dirección de Culturas Populares, el Instituto Mora, el ITAM y el Centro de Estudios de la Revolución Mexicana. Los historiadores jóvenes que escribieron la historia de Veracruz entre el 81 y el 91 del siglo XX, mantenían una postura crítica “postsesentaiochera”, increpando a la historia oficial y colocando su atención a los enfoques regionales, generando una nueva historiografía. En estos investigadores fue crucial su visión inter y multidisciplinaria de la historia, apuntando que sus aportes teóricos no se restringían a los cubículos, sino que tomaban en cuenta las coyunturas políticas, respondiendo a las demandas de la vida académica y de los centros de poder político y social, construyendo una producción historiográfica cercana a las preocupaciones sociales.
Dentro de los cambios temáticos dominantes en 1981, Corso localiza una modificación de autores, que antes de este año estaban dominados por Heather Fowler, Romana Falcón, Octavio García Mundo, John B. William y David Ramírez Lavoignet, y autores menores como Leonardo Pasquel y José Luis Melgarejo Vivanco. Las nuevas interpretaciones historiográficas parten de 1981 y responden a problemáticas económicas, políticas, sociales y culturales, atendiendo el estudio de las clases subalternas, especialmente los obreros y campesinos. Estos trabajos buscaron, además, el rescate de la memoria histórica de estos sujetos sociales, uno de sus objetivos primordiales. Considerándolos sujetos activos en la conformación de los nuevos poderes regionales y del Estado nacional, la atención de los investigadores se centró en las décadas de los veinte y treinta del siglo XX. Estos aportes permitieron el análisis de estructuras productivas y de los procesos de producción, generando conocimientos de la economía de la entidad veracruzana. Corso localiza como tendencias de investigación trabajos sobre textileros, petroleros, tabaqueros, ferrocarrileros, electricistas y tranviarios, panaderos y maestros, localizando también temáticas adyacentes como la de la educación y la de la estructura industrial. En el ámbito rural el estudio del campesinado, con sujetos sociales como los cañeros, los cafetaleros y los rancheros, logró dar cuenta de la tenencia de la tierra y la estructura hacendaria del centro de Veracruz. Otro tema adyacente fue el análisis de las demandas y conflictos obreros, considerando como un objetivo crucial de las investigaciones dilucidar desde la dominación la dependencia negociada campesina y obrera, urbana y rural, con los gobernantes en turno.
A mediados de la década de los ochenta tres libros de historiadores del Colegio de México y de la Universidad Veracruzana abrieron la perspectiva para el estudio de la Revolución: Carranza en Veracruz, Adalberto Tejeda: una semilla en el surco y Nunca desleal: Cándido Aguilar. Esto abrió la discusión sobre el cambio de 1910 y la necesidad comprensiva del siglo XIX. Además se implementaron síntesis históricas para la enseñanza como lo son el caso de la Historia Mínima de Veracruz y el de la Sumaria Historia de Veracruz: textos de su historia. Así mismo se fomentó la vertiente de historias monográficas de localidades y subregiones. No obstante esta proliferación, Corso Ramírez enfatiza que las contrapartes sociales de los sujetos estudiados, es decir la burguesía rural y urbana, las oligarquías y los sectores empresariales, no han sido tan estudiados.
El cambio metodológico que detecta Corso Ramírez en esta década de investigaciones va de la mano del uso de técnicas de investigación y el tratamiento de fuentes, especialmente primarias, que dan paso a un impresionismo historiográfico: “en la biliografía tantas veces citada, difícilmente se encontrarán preguntas temáticas, periodos y espacios que aborden problemáticas comunes desde perspectivas de análisis distintos […] no hay interés manifiesto por duplicar esfuerzos. Las historias en Veracruz aún tienen para dar y prestar en cuanto a tiempos y espacios de estudio e investigación”[4] dando lugar a una singularidad y particularidad en las investigaciones.
El interés por las fuentes primarias y el testimonio oral y gráfico enriquecieron el umbral interpretativo de las investigaciones en este periodo, concentrando el análisis en categorías como totalidad o globalidad e incluyendo aspectos de filosofía de la historia en las investigaciones. Para Corso Ramírez existía una crisis de las ciencias sociales a finales del siglo XX con carácter de general. Esto afectó a las interpretaciones históricas que siempre lograron ponderar los elementos de continuidad y cambio, mostrando preocupación por la dialéctica tradición-progreso-modernización. Finalmente, Corso menciona que los sujetos históricos de las investigaciones, en tanto sujetos sociales, no siempre eran equiparables a los proyectos históricos sociales, pero que las investigaciones lograron dar cuenta de otras preocupaciones como las de la identidad, el reconocimiento de imaginarios colectivos, la cohesión y diferenciación étnica y socio-cultural, entre otras. Así mismo el proceso de regionalización y periodización fue importante durante esta década, en tanto preocupación teórica constante. La regionalización, sin embargo, no siempre coincide con las dimensiones geopolíticas. En ese sentido, para Corso Ramírez existe una vitalidad y diversidad de estilos literarios en las investigaciones realizadas entre el año 81 y el 91 del siglo XX. Diversidad en tanto redescubrimiento de la diversidad humana en el estado de Veracruz, donde son vitales los movimientos migratorios y la simbiosis culturales. Además existe la conversión y reconversión de mentalidades y actividades. Frente a este panorama, Corso Ramírez dota de una bibliografía de publicaciones su comentario a esta década de trabajo. En el primer año, es decir, 1981, aparecieron publicados dos trabajos, uno de José Velasco Toro sobre la educación en Veracruz y el siguiente: “García Díaz, Bernardo. Un pueblo fabril del Porfiriato, Santa Rosa, Veracruz. Sepochentas, núm. 2, FCE, México”[5].
2.6.3 Perfil bio-bibliográfico de Bernardo García Díaz
Presentaremos brevemente al investigador del libro por analizar, considerando el Curriculum Vitae[6] disponible en el sitio del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana, en vías de lograr establecer un esquema, a manera de constelación, sobre las especialidades y los caminos recorridos por este autor. Primero que nada debemos considerar su nacimiento en el año de 1954 y valorar que en 1977 se titulaba de la Facultad de Historia con el trabajo, posteriormente publicado en 1981, Un pueblo fabril del Porfiriato: Santa Rosa, Veracruz.[7] Como comenta José Manuel Jimarez la investigación del autor “analiza una región industrializada de Veracruz, específicamente Santa Rosa, hoy Ciudad Mendoza. Parte del Porfiriato para explicar el movimiento de población europea que invirtió en esta zona, gracias a las facilidades otorgadas por el régimen. Esto propicio un desplazamiento social, hacia esta zona fabril, procedente de otras regiones del país. El movimiento revolucionario de 1910 sorprendió a la incipiente organización obrera que impidió su consolidación”.[8] De esta manera podemos saber que para cuando fue publicado el trabajo mencionado ya había sido expuesto para obtener el título de historiador por la UV. Complementando con su Curriculum sabemos que Bernardo García Díaz es maestro en Historia y que dentro de sus líneas de investigación se encuentran “los procesos regionales y grupos de poder decimonónicos”[9] y que además imparte como docente en la Facultad de sociología de Enseñanza abierta de la Universidad Veracruzana, siendo investigador titular C del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales de la misma casa de estudios. Su actividad profesional incluye la docencia en distintos niveles y la investigación. Dentro del primer rubro sabemos que desde 1977 ofreció cursos en la Universidad Veracruzana en distintas facultades y que también ha impartido cursos en la maestría en Historia de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Además ha sido conferencista con temas relativos al Puerto de Veracruz, la teoría de la historia, Ciudad Mendoza, entre otras. Ha simultaneado sus actividades con diversas publicaciones, especialmente de artículos y libros, abarcando temas de la clase obrera, el estado de Veracruz, la Revolución mexicana, temas sociológicos y de lucha de clases, sobre regiones y sus aspectos culturales como su trabajo sobre la Tlacotalpan porfiriana o un artículo sobre historia regional y fotografía. Dentro de sus trabajos personales más representativos podemos localizar el estudio monográfico de Orizaba de la colección Veracruz Imágenes de su Historia al lado de Laura Zevallos Ortíz, y los de Santa Rosa y Orizaba y el Puerto de Veracruz de la misma colección, editados entre 1989 y 1992. En 1997 fue reeditado su primer libro, el cual nos atañe reseñar aquí, además del trabajo El estado de Veracruz, editado por el Gobierno del Estado. De cuño más reciente se encuentran los trabajos De la Huasteca a Cuba. La otra expedición revolucionaria (1957-1958), editado en 2008 por la Secretaría de Educación de Veracruz y el Gobierno del Estado; Los trabajadores del valle de Orizaba y la Revolución mexicana, editado en 2011 y como parte de la celebración del centenario de la Revolución mexicana por parte de la Comisión del Estado de Veracruz para la Conmemoración de la Independencia Nacional y la Revolución Mexicana; el trabajo, al lado de Horacio Guadarrama, Breve historia del Instituto Veracruzano de Cultura, el primer tomo que versa sobre los primeros XV años, editado por el Gobierno del Estado y el Instituto Veracruzano de Cultura; y finalmente el trabajo de 2013 La escuela esfuerzo obrero, editado por el PACMYC, el FOMECA y la Universidad Veracruzana.
De esta forma logramos poner en escena algunos elementos importantes para la consideración del análisis del trabajo Un pueblo fabril del Porfiriato: Santa Rosa, Veracruz.
2.6.4 Análisis historiográfico del libro de Bernardo García Díaz
El trabajo de Bernardo García Díaz revela un entramado social, económico, político y cultural importante, desenvuelto aún en tiempos del régimen de Porfirio Díaz, considerando un auge industrial en la región del valle de Orizaba. Atendiendo a elementos sociológicos, históricos y comparativos, entre diversas regiones del país, el estudio revela nítidamente la inquietud explicativa de un proceso capitalista de organización y estructura laboral y social, en el seno de la industrialización llevada a cabo por los barcelonettes, migrantes franceses que durante el siglo XIX, y a raíz de la perdida de su principal actividad productiva (la producción lanera de forma artesanal), conquistan paulatinamente el espacio regional de Orizaba hasta conseguir hacerse de capitales suficientes para emprender el proceso de industrialización que dará paso a la fundación del pueblo y municipio de Santa Rosa, hoy Ciudad Mendoza. De esta forma, el trabajo logra explicar nítidamente una gradual acumulación de capital que después es reinvertido y que genera, además, dinámicas sociales migratorias que incluyen a distintos estratos sociales de la sociedad mexicana, especialmente de la zona centro del altiplano, como Puebla, Tlaxcala, Ciudad de México y el Estado de México, además de Oaxaca y ciertas regiones del bajío como Guanajuato y Guadalajara. En esa medida el texto es fundamentalmente un documento analítico que da cuenta de la complejidad compositiva de un núcleo regional y de dinámicas sociales que en la antesala de la Revolución mexicana, dotan de fisonomía al primer esfuerzo por consolidar y cristalizar un movimiento de organización obrera frente al régimen de Díaz y los empresarios y patrones industriales, es decir, los grupos oligárquicos de la burguesía en proceso de ascensión. Con todo esto, el trabajo muestra claramente un proceso de construcción regional abarcando los vectores productivos de la actividad humana como elementos explicativos de las conductas sociales y de los intercambios de fuerzas, entre el pueblo obrero y los jerarcas burguesas, consiguiendo una panorámica que incide en la comprensión de los antecedentes sociales de la Revolución en Veracruz.
Estructuralmente el trabajo consta de 3 capítulos, con rasgos definidos y concretos. El primero de ellos abarca la explicación y composición de la burguesía de barcelonottes, dotando de dimensión histórica su importancia como constructora del capital industrial del valle de Orizaba, Así mismo, este primer capítulo da cuenta de la formación acelerada y espontánea de Santa Rosa, en el marco del desarrollo industrial y como un fenómeno de urbanización acorde a las necesidades productivas y económicas. En ese sentido, el capítulo logra mostrar el tejido de relaciones, especialmente gubernamentales, que configuran la creación del municipio de Santa Rosa, los documentos y los lugares que ocupará, sobre todo a raíz de la constitución del núcleo industrial. Así, la explicación del surgimiento de Santa Rosa como comunidad y núcleo urbano es indisociable de la empresa de los migrantes franceses y también del proceso de industrialización emprendido a partir de 1880. El capítulo es medular pero también un preámbulo contextual para dar a conocer tanto a los actores sociales de la trama y narración histórica, como las condiciones particulares y sus distintas aristas en este caso. Se trata, entonces, de un gradual desarrollo regional que irá acompañado de conflictos políticos y sociales, de movimientos migratorios, nacionales e internacionales (no sólo los franceses sino también los ingleses y los alemanes), dando un aspecto histórico definido a la región en cuestión.
En el capítulo 2 del trabajo se consigue mostrar con claridad y detenimiento los elementos que componen a la clase obrera que arribará a laborar a Santa Rosa, las dinámicas inter-regionales y los distintos hábitos y prácticas de los obreros, en su dimensión productiva, identitaria, cultural, social y económica. El capítulo, de mayor extensión, es interesante porque muestra el entramado y el tejido social que configuran la escena santa rosina, proporcionando datos demográficos, recogiendo testimonios, apuntando cifras y localizando regiones con las que los pobladores establecieron comunicación. De ahí que demográficamente la población obrera que llegó a laborar a Santa Rosa proviniera de distintas zonas del centro del país y que mantuviera lazos constantes con sus centros de origen. Además se trató de una población movible, activa y dinámica, en términos de su residencia, es decir, que fueron contingentes poblacionales inestables, variantes y cambiantes, los que arribaron a Santa Rosa a trabajar y dar fisonomía social al poblado recién creado. Además, el capítulo muestra nítidamente las dimensiones de las contradicciones entre los trabajadores y los empresarios, distinguiendo diferencias de clase, diferencias productivas y otros elementos que muestran cómo la clase obrera gradualmente se organiza y compone núcleos de discusión contra la opresión del empresariado. Para ello recurre a la práctica de la huelga que le resulta efectiva hasta el año de 1906 y 1907, desembocadura natural de las tensiones sociales de esta problemática y temas del tercer capítulo, las revueltas obreras de esos años.
Estructuralmente el tercer capítulo es una síntesis de las problemáticas hasta ese punto abordadas, pues muestra claramente las dimensiones reales de la organización social obrera, su participación en huelgas y otras manifestaciones contra el empresariado y el régimen de Díaz, de donde surgen actos represivos mayores o menores. El epígono será la revuelta de Río Blanco de 1907 donde un grupo de obreros, enardecidos por las malas condiciones económicas y el paro de labores impuesto por los empresarios, toma las calles y desata la ira popular, quemando y saqueando tiendas y comercios, destruyendo casas y liberando a los presos de las cárceles. En ese punto el presidente Díaz interviene y se genera todo un dispositivo represivo que permitirá comprenderse, especialmente, en la urdimbre de complicidades y compadrazgos políticos en el seno de la política porfirista veracruzana, con Teodoro A. Dehesa como gobernador, siempre al tanto de las noticias sobre el movimiento obrero de Santa Rosa y con importante injerencia en los asuntos de esa región.
Por todo esto, la estructura del trabajo inicia analizando particularidades, abarca rasgos generales en un segundo momento, y concreta en los hechos históricos la explicación narrativa. En todo momento la dinámica social es de vital importancia para la comprensión de los acontecimientos, motivando una lógica de inmersión en la clase popular, cuestionando el principado de la clase empresarial, describiendo las prácticas dominantes y de dominación de la clase política porfiriana, revelando incluso la complicidad entre la clase burguesa y el poder político, sobre todo de Díaz y sus más allegados para este caso. En esos términos, la explicación de las clases sociales no puede disociarse de la explicación de los hechos económicos, de la dimensión productiva y la acumulación de capital por parte de unos cuantos. Con todo esto García Díaz consigue hilvanar su descripción histórica con aspectos de la vida que cobran sentido en la explicación final del surgimiento de Santa Rosa como núcleo urbano ligado a la actividad industrial, por una parte, y compuesto por un conglomerado social intrincado y complejo, de gran actividad migrante y procedente de distintos puntos geográficos, lo cual brinda la explicación de la constitución regional, por otra. Además, retoma aspectos de la vida cotidiana y la dimensión cultural, especialmente en cuanto a los hábitos comerciales, de fiesta y de alimentación, tocando también el tema del papel de las mujeres y los niños, tanto en el ámbito laboral de las fábricas, como en la dimensión de la vida social, educativa y domésticamente.
Por lo anterior, es claro el interés en el transcurso del estudio de revelar los incidentes que configuran la revuelta de 1907 de Río Blanco, pero que en términos explicativos son sólo una síntesis sociopolítica de una clase social. La constitución histórica de esa clase, en el acelerado e inusual proceso de construcción urbana de Santa Rosa, no puede comprenderse sin la lógica propia del régimen de Díaz, represivo y de escasa movilidad social para el pueblo mexicano (a manera de consagración de las políticas liberales de mitad del siglo XIX y como era definida por la pax porfiriana), incluyendo el hecho de cómo los agentes extranjeros salen obteniendo los mejores provechos en la escena política y social Si la composición gradual de capitales en el valle de Orizaba facilitó la construcción de un proyecto como el que representaba Santa Rosa, su dimensión como enclave industrial también facilitó la participación de miembros de la clase obrera con ideas afines al Partido Liberal Mexicano y el cuestionamiento de la dictadura porfirista. En esa medida, la labor de García Díaz no es parcial pues consigue mostrar el entramado completo, la “totalidad” o “globalidad” tanto de los personajes, como de los hechos y las circunstancias.
Como último apunte cabe destacar la dimensión autobiográfica de la investigación en la medida en que hace aparición el abuelo de García Díaz, en la colección de fotografías que reúne la reimpresión de 1997, y que está dedicado a la memoria de su madre. Si García Díaz proviene de Ciudad Mendoza, consigue con su investigación dotar de sentido e identidad, con peso específico, la creación del poblado y sus orígenes. En ese sentido es patrimonialista, por una parte, pero también, atendiendo a lo que de él toca el texto, es una reivindicación concreta de una trama familiar, inserta en el devenir social que configura a la sociedad santa rosina, primero, y mendozina después. No es de menospreciar este hecho considerando que para el año en que el texto fue publicado, 1981, las posibilidades reales de concreción de proyectos historiográficos regionales en Veracruz se encontraba iniciando una fase de renovación y que este trabajo logra, en el sentido patrimonial e historiográfico, destacar como una investigación pionera, atrevida y de excelente manufactura.
2.6.5 Conclusiones
El trabajo aquí expuesto busco dar elementos explicativos de la lectura del libro de García Díaz. Podemos aseverar que su trabajo se inscribe en un amplio proceso de profesionalización de la Historia en Veracruz, de la mano del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, antes Centro de Investigaciones Históricas. En esa medida, y siguiendo el comentario de Corso Ramírez, el libro de García Díaz abre, como punta de lanza, el derrotero de la nueva historiografía veracruzana, a la vez que agiliza interpretaciones integradoras de la complejidad social, histórica, política y económica, en la conformación de un núcleo regional y su proceso, más o menos acelerado, de industrialización. Inscrito en el marco de los esfuerzos por dotar de sentido la realidad múltiple regional veracruzana, Un pueblo fabril del Porfiriato incide nítidamente en la escena nacional como una herencia del trabajo de Luis González y González Pueblo en vilo, donde la matria es reivindicada, en su nutritiva realidad y su variante complejidad. Sin menoscabar el álgido trance de la Revolución de 1910, los hechos mostrados por García Díaz ostentan un particularismo propio de la especificidad de los estudios regionales, sin abandonar los hechos y circunstancias nacionales, con lo que consigue mostrar una integración de niveles analíticos que hablan, estructuralmente, de las zonas de acción de los diversos actores y de las redes y urdimbre tejidas en torno a la modernización del país, en este caso de la mano de un proceso de industrialización. Así mismo, es posible distinguir elementos estilísticos narrativos muy particulares en la prosa de García Díaz, que hace un relato ameno, de fácil lectura, accesible, sin tecnicismos ni un elaborado aparato crítico. En esa medida, el trabajo tiene una doble condición difusora: primeramente de la realidad histórica antecedente mendozina, y segundo en cuanto a la vigorosidad, sencillez y contundencia del estilo empleado por el autor.
Con este recorrido creemos haber logrado mostrar, aunque sea someramente, el valor de las dimensiones historiográficas de Un pueblo fabril del Porfiriato, además de sintetizar el proceso de profesionalización de la historia en dos sentidos: el institucional y/o académico, y el individual, del autor mismo. Podemos por tanto esbozar, como última conclusión, el hecho sorprendente de que un trabajo que pasó por la Facultad de Historia de la Universidad Veracruzana en 1977, 4 años después fuera publicado en el Fondo de Cultura Económica, con un tiraje de 6000 ejemplares y proyectando, con esto, a un centro regional que muy probablemente no figurara en la conciencia histórica ni nacional ni veracruzana hasta ese momento.
Bibliografía:
Corso Ramírez, Ricardo. “La historiografía veracruzana: 1981-1991” en Anuario IX, Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales: Universidad Veracruzana, Xalapa, Ver. México. 1994, pp. 197-214
García Díaz, Bernardo. Un pueblo fabril del porfiriato: Santa Rosa, Veracruz. Fondo Mendocino para la Cultura y las Artes: Ciudad Mendoza, Veracruz, México. 1997.
García Morales, Soledad. “Algunas consideraciones sobre la historiografía veracruzana del porfiriato y la revolución en Veracruz” en La palabra y el hombre, julio-septiembre,1992 No. 83. Xalapa: Universidad Veracruzana. pp. 304-313.
González Sierra, José. “Génesis y consolidación de un proyecto de historia regional” en Anuario IX, Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales: Universidad Veracruzana, Xalapa, Ver. México. 1994, pp. 187-195.
Jimarez M. José Manuel. “La ruta de Clío en la Universidad Veracruzana” en Neskayotl, Xalapa, Ver.: Facultad de Historia/Universidad Veracruzana, Núms. 4 y 5. Octubre 1995- Abril 1996, pp.69-88
Perfil de Bernardo García Díaz, consultado en: https://www.uv.mx/blogs/iihs/investigadores/bernardo-garcia-diaz/
Curriculum Vitae del Investigador Bernardo García Díaz, consultado en: http://www.uv.mx/iihs/files/2014/05/Curriculum-Vitae-Bernardo-Garcia-Diaz.pdf
[1] González Sierra, José. “Génesis y consolidación de un proyecto de historia regional” en Anuario IX, Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales: Universidad Veracruzana, Xalapa, Ver. México. 1994, pp. 187-195.
[2] Corso Ramírez, Ricardo. “La historiografía veracruzana: 1981-1991” en Anuario IX, Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales: Universidad Veracruzana, Xalapa, Ver. México. 1994, pp. 197-214
[3] González Sierra, José. Op.cit. p.188.
[4] Corso Ramírez, Ricardo. Op.cit. p. 201.
[5] Corso Ramírez, Ricardo. Op.cit. p. 204.
[6] Curriculum Vitae del Investigador Bernardo García Díaz, consultado en:
http://www.uv.mx/iihs/files/2014/05/Curriculum-Vitae-Bernardo-Garcia-Diaz.pdf
[7] Jimarez M. José Manuel. “La ruta de Clío en la Universidad Veracruzana” en Neskayotl, Xalapa, Ver.: Facultad de Historia/Universidad Veracruzana, Núms. 4 y 5. Octubre 1995- Abril 1996, p.73
[8] Jimarez M, José Manuel. Op.cit.pp. 73-74
[9]Curriculum Vitae del Investigador Bernardo García Díaz, consultado en:
http://www.uv.mx/iihs/files/2014/05/Curriculum-Vitae-Bernardo-Garcia-Diaz.pdf