Rómulo Pardo Urías
28 de junio de 2018
Tradición y oralidad
Dr. Salvador Pérez Ramírez
Centro de Estudios de las Tradiciones/El Colegio de Michoacán
INTRODUCCIÓN
En el segundo trimestre del 2018 tuvimos la oportunidad de conocer y entrevistar a Don Carlos Zamora, habitante de la población michoacana de Tangancícuaro. La entrevista mostró un relato autobiográfico importante, que da pistas y huellas de una serie de hechos, acontecimientos, vivencias, herencias culturales y formas propias de la memoria colectiva, pero, sobre todo, de la auto-memoria. En lo subsecuente intentaré plasmar una posibilidad de análisis para el relato construido por Don Carlos en su entrevista. Se trata, además, de comprender que hay una construcción narrativa, desde el self, desde su sentido del yo mismo, y en relación con una otredad, la cual habla de la construcción de un horizonte de enunciación particular, individual, pero también refiere a un conjunto de hechos sociales y compartidos. La entrevista reveló un conjunto de saberes, conocimientos y prácticas presentes en la narrativa de Don Carlos, como elementos que constituyen su experiencia vital, primero, pero como miembro de la comunidad tangancicuarense en su dimensión histórica, laboral, económica, social y educativa, segundamente.
Partiendo desde un análisis propio de la psicología cultural y el enfoque narrativo en esta disciplina, se intentará atisbar elementos que constituyen la memoria individual y social de Don Carlos, como elementos que constituyen factores de identidad en distintos sentidos: sociohistórica —respecto a hechos nacionales o internacionales, pero también a las distintas generaciones que enuncia—; parental personal —respecto a sus vínculos de parentesco—; cultural —respecto a sus conjuntos axiológicos, educativos e ideológicos—; productiva —respecto a sus capacidades económicas y su experiencia laboral—; trasnacional —de acuerdo a su experiencia como migrante a Estados Unidos—; entre las primeras y más importantes. Interesa especialmente contrapuntear algunas ideas de Pierre Bourdieu1 con propuestas más recientes donde el papel analítico de la identidad, la ideología, la memoria, la construcción del self y los relatos de vida cobran un significado concreto y sólidamente importante. En ese sentido trasciende mencionar estudios más o menos recientes que hablan de la movilidad, la trasnacionalidad y la diáspora, así como de un “new mobility paradigm [o un] mobility turn”2 en el análisis de las geografías culturales de la migración, relacionadas con la ciudadanía trasnacional, el urbanismo y las redes de trabajo, además de con las políticas culturales y las prácticas de la diáspora como fenómeno concreto. Así puede decirse que “The wider scope of this research field not only encompass mobility across a wide range of forms, practices, scales, locations and technologies, but also interrogates the politics of mobility and inmobility, the material context within which they are embedded, and their representational dynamics”.3 En ese marco, el relato de vida de Don Carlos responde a un proceso constructivo de auto-memoria, primero, y a una memoria colectiva, segundo, fincada en la vivencia de distintos momentos temporales en un contexto de cambios espaciales, que indican la presencia de distintas geografías culturales, dotadas de una materialidad discursiva en forma de recuerdos.
NOTAS SOBRE UN POBLADO DEL OCCIDENTE MICHOACANO
Tangancícuaro es una población del occidente de Michoacán, perteneciente al conocido bajío zamorano en un conjunto de municipios regionalmente identificados con la ciudad de Zamora.4 Tiene una historia como núcleo poblacional que trasciende el tiempo colonial, representando un poblado de origen indígena prehispánico. El auge que tuvo la ciudad de Zamora durante el Porfiriato, posterior a la llegada del ferrocarril, la luz eléctrica, el telégrafo, la maquinaria industrial agrícola y el teléfono, dio paso a un momento de esplendor económico: “los últimos veinte años del Porfiriato fueron de bonanza, sobre todo para la aristocracia terrateniente y eclesiástica, ya que fue entonces cuando se construyeron iglesias y edificios suntuosos y cómodas mansiones que empezaron a ajuarearse según el gusto afrancesado de aquellos tiempos”.5 Para el contexto tangancicuarense importa mencionar que dentro de las actividades productivas la agricultura representó, en el transición del siglo XIX al XX, un importante factor de crecimiento y desarrollo. Tangancícuaro es un núcleo humano relevante en los mecanismos comerciales, socioregionales y económicos, que a mediados de los años 80 del siglo XX abastecía “a las pequeñas localidades del valle de Guadalupe que están más alejadas de la carretera”.6 Como indica Guillermo Fernández Ruiz, en el periodo del Porfiriato Tangancícuaro vivió un proceso de modernización y urbanización, con lo que “el pueblo llegó entonces, en 1900, a los 3,236 habitantes y el municipio a 9,193”.7 En una perspectiva de mayor actualidad, Tangancícuaro contó en 1980 con 30,947 habitantes y en 2010 con 32,677.8
Desde principios del siglo XX se ha mantenido una importante condición migratoria de sus pobladores a los Estados Unidos, en busca de una mejora económica mediante distintas actividades laborales, aunque no exclusivamente con esa finalidad9. Interesa, en tanto fenómeno social, el hecho de que los flujos migratorios en la región de Tangancícuaro se inscriben en una tradición migratoria michoacana a lo largo del siglo XX.
Asimismo, existe en Tangancícuaro una larga tradición agrícola que ha rematado, presentemente, en una alta producción de berries, siendo también el cultivo de aguacate una importante actividad económica. Dentro de sus formas de obtención de finanzas y recursos también se localiza una cierta actividad turística, respecto a la importante reserva ecológica del parque nacional de Camécuaro, que atrae visitantes nacionales y extranjeros.10
NARRATIVIDAD, BIOGRAFÍA, AUTO-MEMORIA E IDENTIDAD
Para Mercedes Blanco11 la biografía y la autobiografía son parte de los métodos de la investigación cualitativa y representan géneros híbridos. La autora enfatiza que
por lo menos desde la década de 1970 y hasta el momento actual parece haber dos vertientes que discuten las características que presentan tanto las biografías como las autobiografías [habiendo un] enfoque que —al igual que toda la investigación social— demanda encontrar en este tipo de textos una clara distinción entre lo propiamente científico y lo literario […] Por otro lado esta la posición que sostiene que hay muchas maneras de escribir sobre las vidas personales y, sobre todo, afirma que el método biográfico es necesariamente interpretativo.12
Respecto a su elemento material y documental, puede decirse que lo que atañe a la entrevista realizada a Don Carlos Zamora es el rescate representado por el hecho de que “la historia oral, las memorias personales y los testamentos han sido de interés para antropólogos e historiadores como medios privilegiados para acercarse al estudio de las sociedades y grupos sociales que no han tenido una voz propia en la Historia”.13 Se trata, entonces, de los mecanismos de la memoria, en tanto “los recuerdos, en momentos de reflexividad individual o colectiva, son representaciones de modelos culturales a los que se recurre en [el] proceso de búsqueda de significados”.14
En un sentido complementario, y desde la disciplina psicológica, Phillip L. Hammack15 y Michael Bamberg16 indican pistas interpretativas que muestran la relevancia de la identidad, la construcción del self y las dimensiones de los relatos de vida.
Don Carlos, al iniciar su relato, se posiciona, se ubica, al tiempo que nos brinda referencias biográficas, culturales, históricas:
Este lugar, allí hay un arco que dice aquí en la entrada Rancho Jesús Zamora, que fue mi papá. Esta fracción de terreno que son 12 hectáreas la compro mi abuelo en 1800 a finales de 1800 para no poner fechas exactas a finales del siglo XVIII ¿verdad?, a finales de 1800, y desde entonces ha estado en la familia. Mi papá se llamó Jesús Zamora Enríquez y por su papá, quien fue un hombre que estuvo en este mundo, vivió 90 años mi padre y fue, fuimos grandes amigos con mi padre, grandes amigos a pesar de que en 1975 después de que salí yo de Tangancícuaro en 1957, ahh al sueño americano, tenía que buscarle. Mi educación académica es de sexto de primaria, pero hay algo que me ha favorecido para poder enfrentar pues los retos que tienes que enfrentar y al mismo tiempo hacerme vivir trabajando, me gusta leer y me gusta escuchar. Y les voy a decir lo que me dijo mi madre que también aplica, que es una gran señora, mi papá igual, me dijo hijo nunca pidas, pedir te acorrienta, mejor trabaja, nunca corras, el que corre una vez va a correr toda su vida y enséñate a escuchar, quien no sabe escuchar irremediablemente fracasará, su sentencia, pero lo he visto, lo he visto palpable.
Hammack complementaría: “Identity is defined as ideology cognized through the individual engagement with discourse, made manifest in a person narrative constructed and reconstructed across life course and scripted in and through social interaction and social practice”.17 Por su parte Bamberg se pregunta ¿dónde empieza la identidad?, advirtiendo que se construye mediante el sentido del self, que atraviesa toda la vida y consiste en recuerdos. El self es discontinuo y se conforma de la experiencia de vida (los eventos vitales que dan fisonomía al relato de vida) y los eventos actuales (no tan relevantes). En esta esquema la identidad muestra 3 dilemas: el de la mismidad del sentido del self a través del tiempo frente al cambio constante; el de la unicidad de una persona cara a cara con otros y ser al tiempo igual a todos; el de la construcción del propio self y del mundo. La autonarración y el autoreporte son vitales en la definición de quienes somos, en el binomio identidad-sentido del self, donde la etiqueta ‘identidad’ sirve: “to differentiate and integrate a sense of self along differents social and personal dimensions”.18 Así, las variaciones socioculturales están definidas por el género, la edad, la raza, el estatus, la ocupación, la territorialidad, la camaradería, la religiosidad, el estatus, el nivel socioeconómico, la etnicidad y la nacionalidad, entre otras.
Para Don Carlos, en su narratividad biográfica, existen otredades diversas, que lo configuran como ser, que construyen su sentido de sí mismo:
Nosotros somos una familia, bueno fuimos una familia de ocho hermanos, ocho. El mayor Jesús que se fue a Estados Unidos siendo muy jovencito, 18 años, un niño, porque la situación económica estaba muy transparente, de verdad mucha pobreza, y el terreno este que siempre ha estado donde esta, pero era de temporal, no había agua para regar, en fin, si llovía pues había maizito y si no pues no, así que vivíamos angustiados por el tiempo, porque esa es una de las preocupaciones del campesino, el temporal.
Pero la aseveración de Pierre Bourdieu, no deja lugar a dudas:
Le sujet et l’objet de la biographie (l’enquêteur et l’enquêté) ont en quelque sorte le même intérêt à accepter le postulat du sens de l’existence racontée (et, implicitement, de toute existence). On est sans doute en droit de supposer que le récit autobiographique s’inspire toujours, au moins pour une part, du souci de donner sens, de rendre raison, de dégager une logique à la fois rétrospective et prospective, une consistance et une constance, en établissant des relations intelligibles, comme celle de l’effet à la cause efficiente ou finale, entre les états successifs, ainsi constitués en étapes d’un développement nécessaire.19
Hay una intencionalidad en la reconstrucción biográfica, un conjunto de prácticas, de postulados, de principios y formulaciones. El sentido del self, diría Bamberg, es un estado que dice, que habla. Su enfoque, al lado de Georgakopoulu, es el de las interacciones narrativas junto al enfoque de posicionamiento, es decir, la forma en la que los relatos aparecen en la conversación cotidiana (pequeñas historias) como el lugar donde las identidades son continuamente practicadas o puestas a prueba. La identidad, entonces, se moviliza entre el ser social y el ser individual, entre lo colectivo y lo concreto, en una herencia que viene de la modernidad y el sentido del self que su experiencia conlleva. Volverse moderno, entonces, es también adentrarse en el terreno de la autonarración, de la autobiografía, de la escritura y enunciación de la vida. Es la personificación, como personaje, del yo mismo, que realiza un conjunto de acciones que lo distinguen de un nosotros y de un ellos: autorevelación, autoreflexión, autoconsciencia, autocrítica, autorestricción, autoatención, autocomprensión, autodecepción, autocontrol, autodisciplina. Ahí es donde la narración adquiere valor como “a verbal act that is locally and bodily performed in situated, interactional contexts”.20 Se trata, entonces, del hecho de que:
O lugar do sujeito no social é redimensionado já que, como ser racional, constitui-se como autônomo, como diferente de sua comunidade de origem, sendo capaz de distanciar-se, descentrar-se de seu locus. O homem pode ficar em uma posição de exterioridade em relação à sociedade, colocando-se em uma perspectiva na qual existe o espaço de tecer juízos: olhar, observar, valorar, avaliar, valorizar, enfim, questionar. O homem moderno não está mais atado às condições de seu nascimento: a natalidade não é mais uma fatalidade. Através da descentração, que lhe é possível pela individualidade, o homem se permite uma visão crítica da realidade, das instituições sociais. Sua identidade é construída por ele próprio, já que, podendo se descentrar de seus ambientes, julga-os, não estando mais em uma relação de ser determinado por eles.21
Y no es gratuito, por consiguiente, que dentro de las discusiones reseñadas por Alison Blunt respecto a las geografías culturales y el “mobility turn” sea posible encontrar “Reflecting a wider interest in biography and personal narratives both wihthin and beyond geography, recent research has revealed the importance of personal memories, stories and experiences of migrant”22
Don Carlos fue migrante, vivió la experiencia trasnacional:
Estuve en Estados Unidos del 57 al 70, 13 años. Aprendí el idioma, me hice ciudadano americano, los gringos me recibieron con los brazos abiertos. ¿Por qué? Era otro mundo, estoy hablando de los 50’s, 60’s, era otro mundo, horita es una mazacota que ya se mueve por inercia y buag, donde ya no hay razonamiento, solo hay intereses, solo hay soberbia, y hambre de poder y de dinero. El señor Trump, presidente de Estados Unidos, súper millonario, un animal, que se mueve por instinto, y que dejó que la soberbia se le trepara acá al cogote y está bien agarradita ahí, mejor me callo. En aquellos años Estados Unidos fue gobernado por gentes, que como personas, como seres humanos, valían mucho. Sí defendían sus intereses y desde luego les interesaba ser lo que han sido el imperio del mundo, ya ahorita están tambaleándose, porque no hay nada en la vida que no tenga consecuencias, cada acción tiene una consecuencia, y lo que se degenera se echa a perder y lo que se mezcla mal se echa a perder
Y prosigue:
1957 un mundo diferente para Carlos Zamora que nunca había salido de Tangancícuaro. Otro idioma, otro mundo. Mi hermano Jesús, en paz descanse, ya falleció, inteligente, de México. Ya veniste, aquí no hay papá ni mamá y aquí venimos a trabajar en lo que haya porque no venimos a causarles problemas a estas gentes, porque no somos limosneros, parece que me lo pusieron con fierro también.
De tal guisa cabe reflexionarse el hecho que distingue David Bakhurst respecto a considerar que “nuestra identidad depende de un flujo permanente de experiencia autoconsciente que reposa, a su vez, en el poder de la memoria para situar la experiencia presente en un continuo temporal”.23
EN EL MUNDO Y POR EL MUNDO: VIDA, TRABAJO, MIGRACIÓN
¿Qué vivió Don Carlos, en los Estados Unidos?:
Yo trabajé 12 años en una fundición, 12 años; y no me querían dar trabajo, mi hermano trabajaba ahí, pero no exactamente no querían, si no que fue un chascarrillo del señor, yo en ese momento pues estaba recién llegado, no hablaba el idioma, no, pero mi hermano me dijo bueno pues tienes que aplicarte porque yo no te puedo traer de la mano y vi que se… les dio risa a ellos, ¿Qué pasó? Dice este señor que haber si puedes con el trabajo, que estás muy chaparrito y les dio risa pues, me dieron el trabajo, de inmediato. Ese día, por las ideas que yo he tenido siempre, el primer día de trabajo no fui ni siquiera al baño, ahí en donde me dijeron que estuviera, ayudándole a un negrito, a quitar unas piezas de unas máquinas mounstrudas, hacían, en una banda ya ven que hay que estar quitando las piecitas que llegaban y luego él era… era muy calmao, buen amigo, y le apagaba, me decía la seña, ¡café! ¡café! Aquí me dijeron que me estuviera, aquí me estoy….
Y su tenacidad, su empeño, su fortaleza, su juventud, lo mantuvieron cambiante, lo conformaron, lo identificaron. ¿Con qué? Con el crecimiento, con el cultivo, con la siembra y la cosecha como metáforas de un decurso vital al tiempo que como vida, de un proceso de reproducción cultural e individual, eso que Hammack enuncia sobre la identidad, su condición histórica y cultural contingente en un proceso de internalización colectiva. Entonces, debe admitirse que “el yo es un objeto virtual, un artefacto de las estrategias de autointerpretación. Existe, en palabras de Dennet, como «un centro de gravedad narrativa» similar a un personaje ficticio, tan producto del significado como éste es producido por él”.24 Entonces el narrar, nos diría Bamberg, en tanto acción del discurso, requiere el ordenamiento de caracteres en el espacio y en el tiempo, representando una forma privilegiada de construcción de identidades. La actividad narrativa tendría dos vertientes, una científica y otra hermenéutica, para la armazón y hechura de sentido, que puede ser factual o ficcional. En el caso del sentido científico se trata de la narración donde los eventos se siguen cuasi-causalmente y no teleológicamente. En el caso del sentido hermenéutico está gobernada por una trama y su acercamiento de significatividad de los eventos es cuasi-retrospectivamente y se inscriben en un tema general que los configura.
Don Carlos, entonces, rememora su experiencia en Estados Unidos, su trabajo, su hacer, narrando y construyendo un relato desde su presente de enunciación:
A los cuatro meses que yo era el ayudante del negrito, luego yo era el operador de la máquina (respira) y como era por contrato, ahí son los trabajos así, los trabajos de línea son… entre más produzcas, mejor te pagan, cuando menos así era en aquella época. Yo resulté, resultó que era yo de los mejores pagaos del departamento donde yo estaba, ¿Por qué? Porque me dejaba… me tiraba a matar por que estaba joven y tenía que aprovechar la oportunidad y no quería yo hacer quedar mal a mi hermano, pos como. Compré mi casa onde vivo y pusimos una barra, fíjense ustedes, una barra, una cantina, un lugar mexicano ahí en la esquina, para mejorar la economía, buscando mejorar, mejorar, mejorar; yo que chingados sabía de lidiar un rancho…
De esta forma, Don Carlos muestra su memoria experiencial y su memoria colectiva, donde su relato biográfico señala su proceso de adaptación a las condiciones laborales estadounidense de manera más que óptima, favorable para sus necesidades, aspiraciones y motivaciones.
Don Carlos enfatiza:
Mi hermano trabajaba segundo turno en una fábrica diferente, de tres y media de la tarde a doce de la noche y yo trabajaba de siete de la mañana a tres y media de la tarde, entonces, llegaba a la casa, ya me había casado, mi esposa es de aquí de Tangancícuaro, nacieron allá dos niñitas que tuvimos, ya son señoras, bien bonitas mis muchachas. A las seis de la tarde me iba yo a la barra, pagábamos alguien de las… él abría a las diez, a las dos iba a trabajar, se quedaba otra persona, llegaba yo a las seis de la tarde hasta las doce de la noche, cuando él llegaba de su trabajo el cerraba a la una de la mañana, así, cinco años (respira), mis hijas creciendo y trabajando en los dos lugares. Y le dije a mi hermano un día, hay dos cosas que son ciertas (hace pausa), que no mienten… el tiempo y el destino, el tiempo y el destino no mienten y no podemos ignorarlo, le dije, sabes que, me voy para México.
Y su memoria, su recordar, se hilvana, tejiendo una urdimbre donde aparecen distintos actos, distintas instancias, hechos, momentos. A su regreso a México Don Carlos vive:
mil aventuras en cinco años de manejar autobuses, en carreteras, veredas, hubo que vencer mil obstáculos, pero nunca choqué ni me voltié […] México, Guadalajara, era lo más… Manzanillo, eehhh, todo lo que es autobuses de occidente, todo lo que es el occidente del estado, pero era de todas maneras toda una… toda una ruta de a deberas había que manejar día y noche (respira).
Desde su presente de enunciación, desde sus 81 años, desde su cultivar el terreno que heredó de su padre, donde cosecha zarzamoras, Don Carlos con su narración responde a la pregunta de ¿quién soy? la cual nos indica Bamberg, tiene por objetivo el de condensar y unir, el de resolver, por encima de toda ambigüedad, la respuesta del pasado y la identidad propia.
El punto de vista del sujeto narrado respecto a las contradicciones del self que expuse refieren, igualmente, a tres condiciones:
- No esta cerrado ni estable ni inestable a través del cambio constante, es contradictorio y se distribuye en el tiempo y en el espacio, es múltiple, pero esta soportado por el contexto y localmente.
- La membresía cara a cara muestra las formas en las que se producen las identidades, las relaciones sociales y las instituciones, al efectuar un rastreo del narrador.
- En tanto lugar activo o agente de control atribuye fuerzas exteriores situadas en un espacio sociohistórico más amplio (contexto), pero también en otros cuerpos y otras mentes.
De esto se sigue que la identidad está abierta al cambio. Don Carlos pasó 13 años en Estados Unidos, tuvo distintos trabajos, obtuvo la ciudadanía estadounidense, pudo muy bien elegir quedarse allá, pero Don Carlos narra:
ya me vine de Estados Unidos pa’ no regresar, dije yo. Mi esposa no se quería venir, a ella le gustaba allá, a mí también… vives muy a gusto, nos querían, yo tenía hartos amigos gabachos, yo era americano.
Entonces Don Carlos recuenta sus oficios, sus haceres, sus vivires, la diversidad de sus selfs, de sus si mismos, los trabajos que realizó desde 1975 al volver a Tangancícuaro:
Llegué a México y dije, este camión no lo voy a mover nunca, me retiro, no corro, no corro, cinco años ya es suficiente, aquí estos… este lugar… diferente un poquito estaba cuando yo llegué aquí en el 75 (suspiro) y a que no creen que me puse a hacer después de andar en mi camión… no… no… compré cuatro vacas y me hice vaquero ganadero… no había luz eléctrica ni nada…una infraestructura muy… así no’más, de camionero a vaquero, por favor, no me hagas eso por favor, no, no… yo no sabía nada de… (suspira) me daban seis meses para que corriera, duré con vacas 38 años… no… terminé… empecé con 4 y terminé con 70 vacas, simplificando, a mí nunca me ha gustado hacer o he tratado de hacer las cosas lo más simple posible…
Volviendo a Bourdieu resalta entonces una:
forme tout à fait singulière de nomination que constitue le nom propre, se trouve instituée une identité sociale constante et durable qui garantit l’identité de l’individu biologique dans tous les champs possibles où il intervient en tant qu’agent, c’est-à-dire dans toutes ses histoires de vie possible […] En tant qu’institution, le nom propre est arraché au temps et à l’espace, et aux variations selon les lieux et les moments : par là, il assure aux individus désignés, par delà tous les changements et toutes les fluctuations biologiques et sociales, la constance nominale, l’identité au sens d’identité à soi-même, de constantia sibi, que demande l’ordre social.25
Don Carlos, entonces, en su singularidad narrativa insta a lo social, a lo compartido, a su legado, su herencia, su ser en el mundo, único, confirmando lo que diría Bamberg: ningún relato de vida es el mismo, las vidas están abiertas al cambio. Hay, así, una identidad diacrónica y un sentido del self sincrónico.
¿VIVIR POR INERCIA O VIVIR CON VALORES?
Don Carlos habla de cultivar el campo, de poner abono a las plantas, de trabajar, de sembrar parar cosechar. Se mueve en una dualidad dicotómica, una dialéctica entre el hacer y el no hacer, entre el ser un hombre de provecho y el no serlo, entre ser parte de una condición percibida socialmente. Don Carlos asevera:
Mucha gente sueña, sobre todo la gente menesterosa, la gente (tose) muy limitada, que no sabe ni (pausa) que recibir y que aparte de eso, crecieron en un ambiente en donde no se les enseñó nada, crecieron y viven por inercia, eso es creo yo que es (pausa) es tan malo y tan nefasto y tan negativo pues, que no da la posibilidad de que aquella persona, bajo esas condiciones tenga posibilidades de crecer, no las tiene, por que se ocupan ciertas, ciertos recursos personales para que sepamos darle importancia a lo que tiene importancia.
Sus valores, herencia de los consejos maternos, de su experiencia de vida, de su recorrido, diverso y único, se desprenden de reflexiones como esta:
Empezamos a cosechar porque ya empiezan a madurar porque las cultivamos, una planta que se cultiva para tener buena cosecha tiene que cultivarse, y valga la redundancia, tiene que cultivarse, si no se cultiva su cosecha va a ser pobre, crece por inercia, los humanos somos igual, si no nos cultivamos todo será inútil, por eso nuestro ambiente político como país está podrido porque nos manipulan no nos gobiernan por ignorantes analfabetas no tenemos remedio. Algo podrido, ¿para qué sirve?
La relevancia estriba en el valor productivo, en la acción, en el hacer, el transformar, pero con inteligencia, con sabiduría, con tenacidad, con aprendizaje. Como nos diría Bamberg, las condiciones materiales y prácticas de la narrativa de Don Carlos, puestas en escena interaccional (con una orientación contextual y performativa) hablan de una complejidad entre las experiencias, la práctica del relato y los recursos descriptivos. La identidad de Don Carlos se construyó, con un universo referencial donde los personajes (protagonistas y antagonistas) están mediados por la caracterización de su sentido del self. Entabla así una axiología, una causalidad que indica el camino a una teleología opuesta a su recorrido vital.
Cuando la persona tiene, así como (duda) conocimiento de quien es o le importa o le interesa, pues no caminar pues por inercia, sino con cierta congruencia, no es ninguna tragedia envejecer ni morirse, la tragedia es no vivir… y para que… eso e personal, y para que la persona se muera (pausa) con el mínimo de angustia y alcance a comprenderlo, necesita sentir que vivió y vivir quiere decir que fuimos productivos, que tuvimos interés por vivir trabajando, que tuvimos interés y que hay evidencia de que sí lo logramos y si estuvimos trabajando
Volviendo a Bakhurst apreciamos que el yo no es estático, no es algo dado fijo, ni unívoco: “no es un espectador pasivo del espectáculo de la mente, sino un intérprete activo. Y la interpretación implica habilidades narrativas y de clasificación que son forjadas y sostenidas socialmente”.26
¿Qué dimensiona la experiencia vital de Don Carlos? ¿Cómo puede ensamblarse a partir de las huellas de su relato una concordancia entre la memoria que ostenta y su condición humana, su self y su estar en el mundo dentro de las posibilidades contextuales de su narración? Como nos diría Leônia Teixeira “As narrativas de vida singulares se situam, portanto, em um horizonte histórico-social, denunciando-o em suas vicissitudes. É com o objetivo de relacionar a história de vida com a história da sociedade que a “fala” dos sujeitos é considerada como espaço de articulação de memória e história”.27
EL HOMBRE Y SU REMEMORACIÓN COLECTIVA: TEJIDO SOCIAL Y URDIMBRE EN LA POLICRONíA
Su perfil académico de sexto año de primaria no impidió a Don Carlos protagonizar un hilo diacrónico trasnacional, como vimos. ¿Su migración a los Estados Unidos lo colocó en una posición ventajosa respecto a los tangancicuarenses medios que no migraron? Don Carlos obtuvo su ciudadanía estadounidense, salió en la Televisión, ensambla, en su relato las piezas de su identidad, de su sentido del yo mismo, su self, su construcción personal, en un entramado binacional:
Luego … , salí en las noticias de las seis de la tarde (se ríe) en la ciudad de Milwaukee, en mil novecientos sesenta y tres, y dice el señor de las noticias “tenemos nuevos ciudadanos americanos y aquí rescatamos algunas de las frases” o “pudimos rescatar algo que, algunas que los nuevos ciudadanos dijeron”, y me preguntaron “¿qué se siente ser ciudadano americano?”, “me siento orgulloso de ser ciudadano del país más poderoso de la tierra”, aplauso cerrado (se ríe); y es cierto, y todavía, nunca he vuelto, fui algunas veces por visitar, pero poco, (suspira) pero yo quiero a Estados Unidos, mi madre es México y mi padre Estados Unidos porque no me gusta ser malagradecido, mi madre es México, toda mancillada, la vemos peor que la criada de la casa, bola de arrastrados (se ríe), pero es nuestra madre; y mi padre Estados Unidos, qué barbaridad, me enseñaron muchísimo y me vieron bien, ¿cómo puedo no estar agradecido?
Don Carlos desde su consciencia parental, aclara:
no me gustaría que mis hijos, mis nietos, mis hijas… mis hijas son ellas tuvieron sus hijos todos tienen su profesión, menos el más chico, el más tierno tiene 18 años va ir a penas a estudiar a Morelia, parece que la escogió ahí, los demás son profesionistas, son exitosos, y nunca vienen aquí, nunca vienen aquí, no les interesa y no me angustia
Se comprueba así lo que indica Roselyne Orofiamma:
Par le récit, le processus de formation engage à questionner le déroulement d’un parcours, les voies empruntées pour constituer ce qui devient progressivement une histoire personnelle dont le sujet qui cherche à en rendre compte est aussi le narrateur. Le récit accompagne cet effort pour mettre en forme le vécu de l’expérience, pour comprendre en quoi celle-ci est faite de passions, de désirs, de valeurs, de croyances, en quoi les vérités qui s’en dégagent se fondent sur les singularités irréductibles à chacun, mais aussi sur ce qui fait leur ancrage dans un monde social, dans des univers culturels et institutionnels, dans des appartenances familiales dont les projets et les aspirations marquent toujours les destins individuels.28
Y el legado que procura Don Carlos, la cercanía, la pertenencia, la identidad que ha construido, está dada en su relación transgeneracional, en su modalidad de sujeto inscrito en una trama, en una urdimbre, en un tejido social, en su identidad diacrónica y su self sincrónico que enuncia, que narra desde su individualidad un estado social:
Entonces volviendo aquí al tema de la tierra, de quererla, necesitamos ser de aquí, yo siento ser de aquí, porque desde niño, desde niño me… venía con mi papá aquí a… pus…a… las labores de aquella época, sembrar maicito que es lo que sembraba, de temporal por que no había agua, no había riego (respira) no me gustaba, no me gustaba…que había que… destapar las matitas que el arado tapaba las matas, que ahí vamos al paso
Hay espacio, además, para el dispositivo del rememorar, para la enunciación individual que es colectividad exaltada, anclaje y bisagra entre las dimensiones policrónicas —multi temporales y multi narrativas— de la temporalidad, cuando Don Carlos relata:
mi abuelo cuando se casó con mi abuela se casó en segundas nupcias, su señora original se falleció y mi abuela en aquella época pues era una señora más joven que él, bueno se casó, nació mi papá, fue hijo único él, mi papá fue hijo único, no tuvo hermanos, y al poco tiempo falleció mi abuelo y mi abuela se quedó con su hijo, y ella lo crió de acuerdo a la época le inculcó valores, porque era otra época, o sea volvemos a lo mismo, el medio ambiente dicta la ley. Y mi padre creció pues, una persona educada, muy respetuoso, y fue bien muy bien visto en Tangancícuaro, toda su vida vivió él aquí, él en alguna ocasión fue presidente municipal de Tangancícuaro trabajó pues en la presidencia allí en los asuntos de aquella época de la presidencia municipal y pasó a la historia como una persona honrada, cosa que me satisface mucho. Mi padre me dijo hijo ten palabra, el que no tiene palabra no vale nada, el buey vale por sus cuernos y el hombre por su palabra. Fierro prendido, giargg, eso no se olvida. Y lo mejor de estas de estos comentarios es que nos convenzan los hechos, que nos demuestren con hechos que sí, sí están diciendo la verdad, porque lo practican, no hay como un hombre de palabra. Y mi madre fue de las que no corrieron, de las que supieron escuchar.
La consciencia individual de Don Carlos se extiende a su organicidad colectiva, a su pertenencia y adscripción a un lugar, Tangancícuaro, espacialidad donde su linaje, antes —¿y después?— mantiene una centralidad identitaria, factual y narrativa; donde hay una temporalidad fijada, a partir de una condición productiva, económica, dada, la posesión del rancho Jesús Zamora, legado, emblema, signo, recuerdo, capital, materialidad de su rastro y huella en el Michoacán occidental, en el terruño, en la madre patria mancillada.
En su recordar, Don Carlos recuenta, aglutina y recoloca en su narración, re-ensamblando su crónica y el tejido de su parentela, la constelación que compartió en su decurso vital, como parte de un núcleo sociofamiliar, estructural, tangancicuarense al tiempo que trasnacional:
Nosotros fuimos 7 (duda) 8 de la familia, 6 hombres y 2 mujeres, de los 6 hombres quedamos 3, este… ya 3 ya fallecieron, de los que estamos aquí, el menor, yo soy el cuarto en la lista, ahora soy el mayor, porque los de adelante ya… ya se fueron, nada más estamos dos aquí y está otro en Estados Unidos, él ya se quedó allá, él tiene allá… (duda) sesenta años, se fue muy joven y allá se quedó… ehh… crecimos o envejecimos con, Alejandro se llama, en mundos diferentes y es lo que yo me fijo, aquí en México con nuestra forma de ser y nuestra, con los recursos que tenemos y con lo que tenemos que enfrentar para hacernos vivir, tenemos más posibilidades de crecer como personas
Su reconstrucción se ancla en un tejido sociohistórico, en una red de relaciones. Su familia representa el vínculo que ata su memoria a una referencialidad legítima, propia y particular. En su idea de sí mismo, en su self, se expresa una identidad solidificada en el hacer cotidiano. Su memoria, que es parte de esa solides, recompone los vestigios de su existencia, donde el relato de sí mismo es un constructo que habla de la realidad establecida en una diferenciación entre lo vigente y lo ausente.
DE HERENCIAS, DESTINOS, DEBILIDADES Y PERSPECTIVAS DE UN SUJETO SIN OPCIÓN A LA REVERSA
El patrimonio de Don Carlos representa un bloque en su narración vital, una huella en su crónica al volver a Tangancícuaro:
yo tengo aquí 48 años administrando este… este… lugar sagrado, 48 años, y siento una gran satisfacción de que los linderos estén en donde mismo, porque me las vi negras yo para poder, me involucré mucho en actividades que no tienen que ver con la tierra, no sé si les dije que compré un autobús, nada que ver con esto, en fin […] cuántas herencias en cinco minutos se pulverizan… naaaambre, para que chingados…. Ayy mi abuelo y esto y aquello dicen los nietos…no… no… no… no… no, voy a vender, agarro buena lana, me dedico a otra cosa, ¡ufff! No te vas a dedicar a nada, te vas a dar en la madre a todo, porque no te costó trabajo, lo que se cuida, lo que se logra, lo que se mantiene es lo que cuesta trabajo, eso es lo que es
Pero su reconstrucción, su memoria, inscribe en su crónica un sabor de nostalgia al tiempo que de satisfacción. Su historia, la narratividad de su vida y el poder de su relato, remite, como mencioné, a una condición social y afectiva, donde queda patente el reconocimiento de un poder y un tener, de una propiedad que ostenta la condición de su sello parental.
Don Carlos afirma:
13 años en Estados Unidos, obrero, me siento tan agradecido de haber ido, de mi hermano que fue mi maestro y mi mejor amigo, y que gracias a esa época y a esa circunstancia esto existe. Esto es sagrado, sagrado, para nosotros y yo me siento muy satisfecho, de que los linderos están en su lugar.
Y en su balance, en reconstrucción biográfica, Don Carlos acepta su condición presente, su
despliegue temporal, cercano a la finitud, pero en un momento pleno:
cuando está uno viejo es cuando debe de sentir esa tranquilidad porque ya no hay reversa, sino lograste nada, cabrón, le dijo el rey, le dijo la reina al rey cuando perdió su reinado: “llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”.
Acepta, entonces, su vivencia, pero transmite su sabiduría sin reservas, sin empachos. Se ha apropiado de un sentido y un significado, individual e íntimo, colectivo y público, del trozo temporal y espacial con el que se identifica su trayectoria.
BALANCE Y CIERRE
Bourdieu advierte sobre el riesgo de implementar la historia de vida tout court:
L’analyse critique des processus sociaux mal analysés et mal maîtrisés qui sont à l’œuvre, à l’insu du chercheur et avec sa complicité, dans la construction de cette sorte d’artefact socialement irréprochable qu’est «l’histoire de vie», et en particulier dans le privilège accordé à la succession longitudinale des événements constitutifs de la vie considérée comme histoire par rapport à l’espace social dans lequel ils s’accomplissent, n’est pas à elle-même sa fin. Elle conduit à construire la notion de trajectoire comme série des positions successivement occupées par un même agent (ou un même groupe) dans un espace lui-même en devenir et soumis à d’incessantes transformations. Essayer de comprendre une vie comme une série unique et à soi suffisante d’événements successifs sans autre lien que l’association à un «sujet» dont la constance n’est sans doute que celle d’un nom propre, est à peu près aussi absurde que d’essayer de rendre raison d’un trajet dans le métro sans prendre en compte la structure du réseau, c’est-à-dire la matrice des relations objectives entre les différentes stations. Les événements biographiques se définissent comme autant de placements et de déplacements dans l’espace social, c’est-à-dire, plus précisément, dans les différents états successifs de la structure de la distribution des différentes espèces de capital qui sont en jeu dans le champ considéré.29
Pero su prevención es contra la versión reificante, aislacionista, de la práctica de la historia de vida, como si a partir de una falsa objetivación del individuo, en su relato sobre sí mismo o en los datos que este relato puede darnos, se pudiera evitar la necesaria, mas no evidente, contextualización —en el tiempo y en el espacio— del ser individual, que es al tiempo un ser social. Es esa metáfora de Bamberg de la narración como una forma de navegación distinguiendo entre el gran relato y el pequeño relato, indicando distintos niveles de compromiso “to construct a sense of who they are”.30 Los narradores, entonces cuentan con “plenty of ‘experiences’ or ‘life-events’ to choose from and arrange (o rearrenge) them in their narratives”31 lo que habla de la concepción de la identidad como un contenido, una estructura y un proceso que remarca Hammack. El contenido ideológico de la identidad cuenta con componentes cognitivos, actitudes y sistemas de creencias (políticas y sociales) o con ideas que proveen una imagen consciente del mundo, por lo que las narraciones de vida están construidas, ancladas, en un contexto sociopolítico de relaciones de poder y desigualdades entre grupos.32 Exista, además, una relación entre relatos maestros y relatos pequeños, locales, específicos. Lo que Lyotard llama meta-relatos son esos marcos macrocontextuales —como los relatos nacionales o de pertenencia étnica o racial o de género, entre otros— en los que se insertan, reticularmente, una multiplicidad de relatos menores, mas no por eso insignificantes.
Lo que nos interesó mostrar sobre todo fue la construcción de la memoria que el individuo enuncia, sus rasgos, los elementos que dotan de significado la identidad y el sentido del yo mismo. El ejemplo de Don Carlos evidencia, entonces, una identidad que agrupa lo colectivo en torno a lo familiar, dentro de su narrativa, para construir y ensamblar la semantización de su legado, de su hacer en el mundo, de su policronía. La hilvanación del relato de Don Carlos permite asumir en su vivencia y experiencia una forma de la ciudadanía trasnacional, es decir, un ser legal enmarcado en un más allá de su dimensión anclada en una nación específica. Así, Don Carlos tiene una nación paterna, Estados Unidos, y una nación materna, México. Su vuelta en 1975 al territorio mexicano, no obstante, fue una decisión que modificó sus condiciones vitales, pero que no implicó la ruptura —desde un antagonismo nacionalista típico o común— con la nación paterna, pues en su decurso vital se percibe, dentro de su contexto sociofamiliar, el anclaje, la relevancia, lo presente de Estados Unidos en su condición humana.
Finalmente, cabría recalcar que la biografía o la auto-memoria de Don Carlos, su identidad, su sentido del self, son indisociables de su marcaje identitario como tangancicuarense. El asumirse como nativo de Tangancícuaro proporciona a Don Carlos una certeza no sólo biográfico-estructural, sino motivacional. Su herencia, su rol y función social, su experiencia —productiva, laboral, económica, agrícola, ganadera, entre las mostradas— se inscriben en este hecho, pero siempre en la articulación con su vivencia migratoria, con su experiencia trasnacional, con su periodo formativo en los United States. Don Carlos, en su rememorar, se construye a sí mismo, primero, pero recompone su tejido de relaciones, por encima de ausencias, desde un poder de enunciación consciente y clarificado. No hay lugar a dudas de que su relato remite a una comunicación transgeneracional, a un recurso histórico de reproducción sociocultural, al menos siempre que en su narrativa se presenta la necesidad de indicar la preocupación respecto a las nuevas generaciones.
Don Carlos confirma entonces la lógica que impone el hecho de la experiencia, no siempre cualificada, pero sí en su caso:
Ahorita lo que me preocupa mucho de la juventud actual que no tienen idea de lo que es la dignidad, el respeto, los valores. Acabo de tener una experiencia muy desagradable, mi nieto que tiene 18 años está en el último de la prepa fue a Morelia a estudiar ya lo que se sigue, me dijo que no si le prestaba aquí al corral para hacer un carro para hacer tuvieron un desfile y un camión iba a venir y lo iban a adornar y pues ocupaban un lugar para pues… sí hijo, arriménse, arrimaron el camión vino él con un grupo de jóvenes de la prepa hijos de toda su (risas), muchachos, sin el más mínimo interés, ni idea de lo que es el respeto, no tampoco hay que ser me gusta ser soñador, pero todo tiene su límite, dejaron un cochinero, nunca dijeron oiga señor, tenga usted el lugar, dejaron un cochinero, y ni las gracias dieron. No pasaría nada si no tuviera importancia pero sí pasa porque la vida es muy dura, y las leyes universales que son las que gobiernan no nos tienen clemencia. ¿A dónde va la juventud con esa mentalidad?
En su localización narrativa, Don Carlos indica posturas políticas, ideas éticas y culturales, valoraciones axiológicas. Deriva de su experiencia las faenas, dificultades, aprendizajes, desarrollados hasta sus 81 años. Su actividad presente, el cultivo de zarzamoras, es indisociable de su metaforización, de su semantización, que proporciona su ser agrícola, en su presente de enunciación, de la construcción de su identidad y su ser y estar en el mundo:
cultivar, sembrar, lo que se siembre en un en un terreno, tiene un misión, tiene una misión, cosechar ¿no? Yo voy a sembrar cebollas, pues bueno, las atiendo, las cultivo, para tener buena cosecha de cebollas o de maíz de lo que sea zarzamoras, no es otra la finalidad, cosechar, porque esa es la función de sembrar. Una frase que creo que tiene congruencia y les comento a las personas cuando aplica el comentario jóvenes no críen hijos perfectos críen hijos útiles para que sean libres, una persona inútil va a ser siempre dependiente y va a ser siempre esclavo y va a ser siempre un lastre. ¿si saben lo que es quiere decir lastre?
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1 Pierre Bourdieu, “L’illusion biographique”. Actes de la recherche en sciences sociales, 1, 62 (1986), pp. 69–72 [En línea]: https://www.persee.fr/doc/arss_0335-5322_1986_num_62_1_2317.
2 Alison Blunt, “Cultural geographies of migration: mobility, transnationality and diaspora”. Progress in Human Geography, 5, 31 (octubre, 2007), p. 684 [En línea]: http://journals.sagepub.com/doi/10.1177/0309132507078945.
3 Ibid.
4 Gustavo Verduzco, “Crecimiento urbano y desarrollo regional: el caso de Zamora, Michoacán”. Relaciones. Estudios de historia y sociedad de historia y sociedad, 17, 5 (1984), p. 12.
5 Ibid., pp. 14–15.
6 Ibid., p. 34.
7 Guillermo Fernández Ruiz, “Breve descripción de Tangancícuaro, para información de nuestros visitantes”. p. 3.
8 Cifras obtenidas del artículo: Teodoro Aguilar Ortega, “Migración y desarrollo en la región Lerma-Chapala de Michoacán”. Acta Universitaria, 1, 23 (2013), p. 80. El autor indica como porcentaje de la población emigrante para 2010 el 43.4% de un total estimado de 57,729 habitantes en el municipio para ese año.
9 El esquema histórico de los movimientos migratorios de Michoacán a los Estados Unidos puede representarse por la cronología que funda esta tradición migratoria. Con distintas oleadas migratorias, el fenómeno migratorio puede esquematizarse en una primera oleada entre 1900-1940, como segunda oleada una entre 1942-1964 inserta en el programa bracero, la tercera entre 1964-1990 y una última oleada entre 1990-2014. Véase: Carlos Enrique Tapia, “Las migraciones michoacanas: tradiciones y prácticas migratorias”, en Mercedes Calderon García, Claude Heller Rouassant et al. (eds.), El impacto sociocultural del fenómeno migratorio en Michoacán. Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe (CREFAL), Pátzcuaro, 1a ed., 2017, pp. 91–120.
10 Miguel Murillo Jiménez, Tangancicuaro. H. Ayuntamiento de Tangancícuaro, Michoacán, Tangancícuaro, 1a ed., 2016, p. Véase:
11 Mercedes Blanco, “¿Autobiografía o autoetnografía?” Desacatos, 38 (2012), pp. 169–178.
12 Ibid., p. 171.
13 Patricia Safa Barraza, “Memoria y tradición: dos recursos para la construcción de las identidades locales”. Alteridades, 15, 8 (1998), p. 91.
14 Ibid.
15 Phillip L. Hammack, “Narrative and the Cultural Psychology of Identity”. Personality and Social Psychology Review, 3, 12 (agosto, 2008), pp. 222–247 [En línea]: http://journals.sagepub.com/doi/10.1177/1088868308316892.
16 Michael Bamberg, “Who am I? Narration and its contribution to self and identity”. Theory & Psychology, 1, 21 (febrero, 2011), pp. 3–24 [En línea]: sagepub.co.uk/journalsPermissions.nav.
17 P. L. Hammack, op cit., p. 223.
18 M. Bamberg, op cit., p. 4.
19 P. Bourdieu, op cit.
20 M. Bamberg, op cit., p. 8.
21 Leônia Cavalcante Teixeira, “Escrita autobiográfica e construção subjetiva”. Psicologia USP, 1, 14 (2003), p. 42 [En línea]: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0103-65642003000100004&lng=pt&tlng=pt.
22 A. Blunt, op cit., p. 686.
23 David Bakhurst, “Memoria, identidad y psicología cultural”, en Alberto Rosa Rivero, Guglielmo Belleli et al. (eds.), Memoria colectiva e identidad nacional. Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1a ed., 2000, p. 92.
24 Ibid., p. 98.
25 P. Bourdieu, op cit., p. 70.
26 D. Bakhurst, op cit., p. 96.
27 L. C. Teixeira, op cit., p. 38.
28 Roselyne Orofiamma, “Le travail de la narration dans le récit de vie”, en Christophe Niewiadomski y Guy de Villers (eds.), Souci et soin de soi, Liens et frontières entre histoire de vie, psychothérapie et psychanalyse. L’Harmattan, París, 2002, pp. 163–164.
29 P. Bourdieu, op cit., p. 71.
30 M. Bamberg, op cit., p. 14.
31 Ibid., p. 16.
32 P. L. Hammack, op cit., p. 230.